Quién no ha tenido alguna vez la sensación de que un partido que estamos perdiendo podríamos ganarlo.
Quede claro antes de seguir que no me refiero a los jugadores que
encuentran excusas para todo y te hacen creer falsamente que han perdido
por alguna causa externa (viento, lluvia, la pala, la pista…), o porque
su compañero, una vez más, ha regalado el partido. De ellos hablaremos
en otra ocasión.
Pero realmente hay ocasiones donde las cosas no están saliendo, tenemos opciones reales de victoria, y hay que buscar soluciones. El problema nos puede surgir por
tres causas: que nuestro nivel ese día esté por debajo de lo normal, el
de nuestros rivales por encima del suyo, o que la táctica empleada no
sea la adecuada.
Intentaré ofreceros algunas indicaciones para revertir dichas situaciones. En el primer caso, cuando no estamos alcanzando nuestro nivel de juego, la recomendación es empezar de cero,
intentar diseñar un plan de acción basado en lo que mejor sabemos
hacer, y por consiguiente las cosas que menos errores no forzados
provocan, con el pensamiento de coger confianza poco a poco. A medida
que vayamos reduciendo los errores y cogiendo confianza podremos, si así
lo requiere el partido, intentar alguna cosa más.
Si el problema se plantea porque nuestros rivales están
tocados por la varita mágica, nuestra táctica tiene que encaminarse a
modificar los parámetros del partido, modificar el entorno que
está provocando que jueguen tan a gusto. Hay muchas soluciones y nos
costará más acertar si no conocemos un poquito la personalidad de los
rivales. Pero en general podemos probar cosas tales como ralentizar el
tempo del juego o cambiar la táctica empleada (incluso de manera radical
pero controlada en algunas ocasiones). Dentro de este apartado hay
infinidad de cosas que podemos hacer, algunas incluso tan alocadas como
volcar el juego sobre el mejor jugador de la pareja rival, ralentizar o
acelerar el juego de manera ostensible, intentar ganar la red a
cualquier precio incluso cometiendo alguna pequeña locura o renunciar
deliberadamente a la red optando por una táctica ultradefensiva.
Hay otras maneras no legales que algunos jugadores utilizan para desestabilizar al rival.
Os comentaré alguna con el ánimo no de que las utilicéis sino de que no
dejéis que las utilicen o como mínimo que no os desestabilicen. Las
principales son parar el juego con cualquier excusa como ir al lavabo
(situado a mucha distancia de la pista claro está) o provocar un pequeño
altercado al protestar una pelota que claramente en otra situación no
se protestaría.
El tercer caso es el más interesante para mí. En esta ocasión cada pareja está jugando a su nivel pero es la táctica empleada la que no está dando buenos resultados. Evidentemente la solución pasará por un cambio de táctica,
pero no hay que olvidar que nuestras características como jugadores
definen una estrategia de juego que sólo nos permite una serie
determinada de cambios. Por ejemplo en mi caso, que soy un jugador
bajito y con poquita fuerza, no puedo plantearme un cambio de juego
pensado en reducir la duración de los puntos a base de acelerar los
golpes más allá de mis posibilidades físicas.
Pero cualesquiera que sean nuestras características seguro que
podremos intentar alguna cosa. Yo a mis alumnos siempre les doy el
siguiente consejo: “pierde, pero no pongas siempre la misma mejilla. Si te están dando en una mejilla como mínimo pon la otra a ver qué pasa”.
Un ejemplo clásico es cuando jugamos contra un jugador que cada vez que
le tiramos un globo nos remata y nos gana el punto. En ese caso hay que
reducir drásticamente el número de globos lanzados. Que nos gane, pero
no a base de remates. Y si jugando sin globos me sigue ganando intentaré
otro cambio. Y si no doy con la tecla le felicitaré pero me iré a la
ducha con la sensación de haber intentado todo lo posible.
Espero haberos ayudado un poquito, y lo seguiré haciendo porque este tipo de artículos me los solicitáis mucho.
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